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shock - festival estéreo picnic 2023

Rosalía eleva la vara en la segunda noche del Festival Estéreo Picnic

El concierto de la española en el Estéreo Picnic fue un concierto fulgurante e imaginativo, digno de su lugar como súper estrella de la música. 

Rosalia Festival Estéreo Picnic 2023 foto Alejandra Mar
Rosalía en el segundo día del Festival Estéreo Picnic 2023
// Foto por Alejandra Mar

“What am I doing? What am I doing?”, se preguntó Drake en “Over”, de su primer álbum Thank Me Later, publicado en 2010, el mismo año que debutó el Festival Estéreo Picnic en Colombia.

Hace trece años, el rapero y el festival soñaban con llegar a donde están hoy. Y cuando el canadiense cantó estas líneas al inicio de su presentación como el acto principal del segundo día del Picnic en Briceño, se sintió como la satisfacción de una promesa cumplida.

Sin embargo, esa misma pregunta fue la que me hice durante toda su presentación, que incluyó ese y otros momentos que definieron el rap y el pop de los tiempos recientes: ¿Qué estaba haciendo Drake?

A Estéreo Picnic no le han faltado estrellas de todos los géneros y todas las generaciones durante sus trece ediciones. Pero, si le hacemos caso a Billboard, Drake fue EL artista de la década pasada, una máquina bien aceitada de himnos, lamentos y captions de Instagram que todavía surfea una de las olas de éxito más largas de la historia del rap.

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Drake Festival Estéreo Picnic 2023
Drake en el Festival Estéreo Picnic 2023
// Alejandra Mar

Por eso su presentación ante miles de personas que lo recibieron con pequeños saltos y tarareos al ritmo de “SICKO MODE” tuvo ese peso simbólico, el de ser la estrella pop definitiva de la misma época en la que el festival nació, creció y se consolidó como uno de los más importantes de América Latina.

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Aun así, ni en los rapeos —por momentos ahogados, luego incompletos— ni en el espectáculo —el fuego no bastó para suplir su media marcha— demostró su poder total.

Desde la tarima, Drake hiló un popurrí de sus principales canciones. La energía triunfal de “Started From The Bottom” y “Energy” le dio paso a “God’s Plan”, con esas línea/meme sobre su amor por su cama que el público cantó de vuelta, e “In My Feelings”. “Hold On, We’re Going Home” demostró su talento en el R&B y con “MIA”, “Controlla” y “One Dance” amplió su rango hacia el reggaetón y otros ritmos caribeños. Iba rápido, como si desde Bogotá le hubiera llegado el espíritu de afán: cortaba las canciones a la mitad y pasaba a la siguiente, sin dejarnos conectar con ninguna imagen.

La mejor fue “Knife Talk”, su despliegue de talento más claro de la noche, que no alcanzó a compensar un concierto lánguido, más parecido a un entrenamiento que a un partido oficial. Supongo que por más que sea una estrella global y hecha a partir de lo global, sigue viendo a América Latina como una segunda división del circuito musical, como lo supieron días antes en Chile y Argentina. Ni la bandera, ni su brindis pudieron compensarlo.

Con discos como Views (2016), More Life (2017) y Honestly, Nevermind (2022), Drake ha redefinido el diálogo entre el rap y el pop a partir de préstamos —sus detractores tal vez lo acusarían de apropiación cultural— de otras culturas, reflejando así el crisol de Toronto, su ciudad, la raíz que representó la noche del viernes.

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En distintas ocasiones ha mirado hacia Atlanta y Londres, por ejemplo, para adaptar esas tendencias (¡y hasta los acentos!) a su mundo; así se ha mantenido en la cima, siempre capaz de tirarte un trap, un dembow, un afrobeats o lo que necesites sin sudar mucho.

Si le preguntáramos a Rosalía, que antecedió su concierto y que también ha sido acusada de apropiación cultural, intuyo que admitiría a Drake como una de sus influencias a la hora de navegar estilos y colores para edificar un universo propio. Lo llamó su hermano y su amigo, y recomendó que fuéramos a verlo, su único descache en toda la noche.

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De resto, el de ella fue un concierto perfecto, una amalgama que demostró lo infinito de la música.

La cantante catalana, en el día que lanzó RR con su amor Raw Alejandro, dio el disparo de salida con las texturas metálicas de MOTOMAMI a través de cortes de reggaetón de vanguardia como “SAOKO” y “BIZCOCHITO” y la bachata de “LA FAMA”, para luego abrirle espacio a El Mal Querer, su ópera flamenca de 2018, con “DE AQUÍ NO SALES”.

Desde ahí exhibió los golpes más contundentes de una carrera profunda, aunque corta: creó un ambiente íntimo con “HENTAI” al piano, sembró nostalgia en Briceño con “PIENSO EN TU MIRÁ” y rememoró sus primeros pasos en el perreo con “Con Altura”. El aura cyberpunk de MOTOMAMI determinó la estética del espectáculo: las cámaras se desplazaban vertiginosamente y lo virtual se fundió con lo real. Tan real como que estábamos todos ahí, algo mojados y con los pies embarrados, apreciando a una gran artista y disfrutando de cómo ella, con su concentración y dedicación, nos apreciaba de vuelta.

El final de “CUUUUuuuuuute” fue contundente en todo su caos y fulgor, en su concepto y ejecución. Este fue un concierto lleno de ideas, con una línea editorial definida.

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La presentación de Rosalía, con su experimentación policromática que funde la tradición, el presente y el porvenir, me recordó a la de C Tangana, la mejor del año pasado por su visión. Casualmente, el de Drake me pareció un calco del de J Balvin. Qué importantes estas cuatro exhibiciones para recordarnos todo lo que cabe en la idea de un concierto, para subir la vara de lo que las principales estrellas de la música presentan en vivo, así como para desnudar la pereza de algunas de esas estrellas a la hora de encabezar un festival.

Finalmente, pienso en Rosalía, en la misma línea que propuso C Tangana el año pasado, una reimaginación de qué es ser una estrella pop con música en español. El idioma nos acerca y su conversación con lo latino, curiosa y atrevida, nos acerca aún más. Y si esta música, de contrabando de influencias y culturas, se corresponde con una puesta en escena diez de diez, solo queda aplaudir y observar con atención. Los tiempos están cambiando y, en dos ediciones consecutivas de Estéreo Picnic, lo tuvimos al frente.

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