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Cabezote Estéreo Picnic 2022
Festival Estéreo Picnic 2022

Conclusiones del Festival Estéreo Picnic 2022

Y así nos despedimos de estos tres días de Un mundo distinto. Después de la tristeza, la euforia, la ansiedad y los gritos de emoción. Gracias Estéreo Picnic y que se venga la versión 2023.

Festival Estéreo Picnic 2022
Estéreo Picnic 2022
Foto: Daniel Álvarez//Nathalia Angarita//Natalia Pedraza

Después de tres días de intenso cubrimiento salimos mamados. Con calambres, ampollas en los pies y la voz carrasposa. Pero, como bien ha sabido reflexionar en los momentos de clímax Esperanza Gómez, “Jueputa, qué rico” el Festival Estéreo Picnic 2022.

La frase Un mundo distinto quizá nunca había cobrado tanto sentido como en esta edición, después de que pasamos dos años encerrados y sin conciertos. Es que hasta el clima estuvo raro. Era un mundo tan distinto que no llovió; una realidad paralela en la que el clima bogotano (o bueno, el de Briceño) va a terapia y se le cura la bipolaridad.

Hubo llanto (larga vida a Taylor Hawkins), baile, fiesta, pogo y amacizada vallenatera. La gente le madrugó a las nacionales y llenó los escenarios de Armenia, Diamante Eléctrico, Edson Velandia, Crudo, Briela Ojeda o el Binomio de Oro. También vimos el concierto/película más impresionante del festival gracias a C. Tangana y aprendimos de soul y funk con la leyenda Nile Rodgers.

Después de recorrer de lado a lado las cuatro tarimas del FEP durante los tres días, este fue el balance final de nuestro equipo editorial.

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Por Fabián Páez López

  • Pocas veces el juicio es tan indiscutible. Lo de C. Tangana se puede someter a una prueba de verdad: fue uno de los mejores actos en vivo del festival. Pucho nos abrió las puertas a un modelo de puesta en escena ambicioso en lo narrativo y que aprovecha hasta la última gota de un montaje de esa magnitud. Lo de la noche del sábado fue un musical cinematográfico. Conocimos la raíz y el refinamiento musical de un filósofo formado en el rap como Crema que ha ido mutando hasta convertirse en uno de los referentes escénicos más grandes de la música en español. Esta película nos la repetimos las veces que sea y sin duda será un precedente de cómo se debe pensar un show de este tamaño. Todos queríamos subirnos por el brindis en esa mesa.
  • Pogueadas de bandas insignes del rock, el punk o el posthardcore como Turnstile o IDLES no pueden faltar en un festival, pero el tránsito del género, entendido como categoría clasificatoria asociada a los instrumentos o al sonido, hacia un concepto que abarca otros discursos, se siente cada vez más. El tránsito curatorial hacia el reggaetón, el vallenato o la salsa, tiene que ver (además de lo comercial, claro) con las reivindicaciones globales de la colombianidad, la latinidad y la disidencia. Y también con el auge de los consumidores omnívoros, los nuevos buenos consumidores.

Por Paula Ricciulli


  • La banda de Texas Golden Dawn Arkestra llegó con una propuesta sumamente llamativa e interesante que, desafortunadamente, muy pocos pudieron ver. Estaba exactamente a la misma hora que C. Tangana. Una lástima.
  • La incorporación de un cuarto escenario aumentó tiempos de quedamos con ganas de ver muchas propuestas. El escenario Páramo estaba alejado de los demás, lo que hizo que no tantas personas se acercaran a ver a las bandas del mismo.

Por Santiago Cembrano

  • Vivimos el poder colectivo de la música con el duelo grupal tras la muerte de Taylor Hawkins y con la alegría de volver a ser miles coreando, saltando y celebrando al mismo tiempo, al mismo ritmo. El rock, y las presentaciones con banda, mostraron por qué son lo que más suena en festivales así: por su potencia escénica. El reggaetón queda en deuda gigante con Estéreo Picnic tras la presentación mediocre de J Balvin, y necesita un exponente que demuestre que sí está a la altura de los demás géneros y que no es uno menor. Ah, y Nina Kraviz es un ángel infernal.
  • La estética y el argot del hip hop han trascendido a la comunidad rapera e influencian el mundo de mil maneras. A este torrente creativo llegan creadores de arte, cine, literatura y música para hacer lo suyo propio, a veces pidiendo prestado con respeto, otras aprovechando la oportunidad de capitalizar una oportunidad y aumentar sus ganancias asociándose con el rap cuando les conviene (y luego desechándolo cuando no es útil; hola, Miley Cyrus). El hip hop siempre está presente, aun cuando no lo está. Nos vemos bien hasta cuando no estamos, dicen.

Por Sebastián Peña

  • A pesar de las cancelaciones internacionales, los imprevistos de última hora y la falta del cabeza de cartel del viernes, el Festival fue una experiencia inolvidable para los asistentes que entendieron el esfuerzo de la organización porque todo saliera perfecto.
  • Desde que se anunciaron las tarimas hubo descontento por no ver a ninguna mujer en el escenario principal. Una vez llegamos al lugar vimos que la segunda tarima tenía características similares a la más grande y lo celebramos, pero hay que poner sí o sí a los actos femeninos en la primera línea del cartel, en letra grande y con mayúsculas.
  • Fue muy importante ver en el centro del Campo de Golf Briceño 18 la bandera de la diversidad que arropa a las comunidades negras y LGBTIQ+, además de que el mensaje se reforzó en las tarimas con la participación de actos que apoyan el mensaje contra la discriminación racial y sexual.
  • Es entendible que haya cambios de última hora, pero fue confuso para algunos las alteraciones poco claras del cartel: especialmente cuando se trataba de bandas colombianas como Babelgam o Mala Bengala que abrían escenarios y se les adelantó su hora en el festival. En ese orden de ideas también hay que hacer un esfuerzo de la mano de las empresas de telecomunicaciones para que en el municipio haya mejor señal de los operadores para poder encontrarse con los amigos y poder conocer a tiempo los anuncios que se hacen por redes sociales.

Por Nicolás Martínez

  • Esperamos volver a uno de los festivales más importantes de Colombia con altas expectativas. Sentíamos un vacío emocional con solo ver una actualización en sus redes sociales. Los cambios por culpa de estos tiempos raros y la ansiedad fueron protagonistas en las semanas previas al Estéreo Picnic (y súmenle a eso que se cayó el Jamming). Pero todo cambió cuando por fin escuchamos lo que tanto esperamos por los altavoces de la logística: ¡Bienvenidos a Un Mundo Distinto, las puertas están abiertas! Pero no esperábamos que fuese un regreso tan agridulce. La muerte de Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, nos pegó duro, durísimo. Pasamos de "Un Mundo Distinto" a perder la sintonía por un momento: lamentarse y querer disfrutar del festival en pleno choque emocional. Pasaron muchas cosas en tres días. Revisar nuestras galerías personales llenas de esa documentación nos deja una sola conclusión capaz de encerrar todo lo que vivimos: qué gonorrea de festival.

Por Juan Diego Barrera

  • La edición de 2022 del Festival Estéreo Picnic fue una celebración apoteósica y, por momentos, una gran fábula sobre la humildad. Se necesita mucha de ella para cuidar tanto el detalle de cada aspecto de un festival de esta envergadura -aunque nunca sea suficiente y siempre haya detalles por ajustar-. Y se necesita aún más para estar a la altura del destino y sus inclementes embates, como lo estuvo Paramo a la hora de lidiar con tantas crisis. Lo mismo aplica para la mayoría de los artistas, nacionales e internacionales, que se esmeraron visiblemente por dejarlo todo para hacer de este un encuentro trascendental. Lo resume el gesto de Crudo Means Raw, que cedió parte de su show a los percusionistas de La Legión para rendir tributo a Taylor Hawkins.
  • Falta mucha humildad, de otro lado, para dar por sentado que un show mediocre es suficiente por hacerse en casa.

Por Vanessa Velásquez

El Estéreo Picnic 2022 deja una sensación de disonancia que, días de haber terminado, muchos aún no se sacuden. Es, definitivamente, una edición que pasará a la historia. Un festival muy esperado, que nos devolvió, durante tres días, la sensación de normalidad postpandémica que desde hace rato hemos estado esperando. Un fin de semana sin tapabocas, lleno de abrazos, reuniones y reencuentros entre amigos, fiesta, baile, goce.

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Lo estábamos esperando, y llegó, y en medio de la alegría de volver a vivir la música en vivo en escenarios masivos y al aire libre, cuando estábamos llegando al pico del disfrute gracias a la vitalidad de Nile Rodgers & Chic, llegó la cachetada: Taylor Hawkins murió. Nadie quiere pensar en la muerte cuando está sintiéndose tan rodeado de vida.

Ahí comienza la disonancia, la confusión, en una escala masiva que a muchos nos abrumó, pues la pérdida y el luto tienden a ser emociones privadas, individuales. La noche del viernes 25 éramos casi 50.000 personas iniciando ese proceso de duelo, y así como la alegría se contagia, la tristeza también tiene ese potencial de propagarse como un virus.

Disonancia, porque a pesar del dolor, vivimos una de las mejores ediciones del FEP, con shows magistrales como el de C Tangana (escogido por el equipo editorial de Shock como el mejor del fin de semana), Black Pumas, Nile Rodgers & Chic, IDLES, Fat Boy Slim y Doja Cat. Disonancia entre ver a J Balvin y su show flojo en el escenario principal, y en contraste al legendario Binomio de Oro cantar ante un escenario Páramo, diminuto, y con hordas de gente rodeándolo y coreando sus himnos a grito herido.

De nuevo, no hay duda de que la edición 2022 del Festival Estéreo Picnic será recordada por todos quienes la vivimos. Fue un regreso, fue una confrontación de que la vida en un momento cambia, y un recordatorio de que la música en vivo nos transforma.

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¡La música nos une!

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